Objetivo: una vivienda saludable

Las personas pasamos gran parte del tiempo en nuestra casa o en entornos cerrados. Hay múltiples fuentes de contaminantes que se generan dentro de estos espacios interiores, que habitualmente no tenemos en cuenta, pero que pueden en poner en riesgo nuestra salud. De ahí que si queremos tener una mayor calidad de vida, nuestro objetivo sea vivir en una vivienda saludable.

El confinamiento debido a la pandemia del Covid-19 ha hecho que pasemos más tiempo que nunca en nuestros hogares. En realidad, ya solíamos pasar el 80% de las horas del día en espacios interiores, pero la situación del último año ha hecho que tengamos mucha más consciencia sobre cómo nos afecta el espacio donde vivimos.

Ello ha llevado a muchos españoles a replantearse cómo es su hogar ideal o dónde quieren tenerlo. De ahí la importante demanda actual de viviendas con espacios exteriores, luz natural, buen aislamiento acústico entre vecinos, proximidad visual a elementos vegetales, o buena ventilación.

La pandemia ha transformado el concepto de vivienda. Tradicionalmente era concebida como el lugar donde habitar, que nos ofrece cobijo y nos resguarda de las inclemencias climáticas. Ahora la vivienda se ha transformado en un lugar híbrido donde también poder trabajar y relacionarnos con nuestros convecinos cercanos.

Por ejemplo, la habitación ya no es sólo un lugar para dormir, sino un espacio multifunción (para estudiar, trabajar, jugar, relacionarse o incluso hacer deporte o yoga), aspectos que mejoran directamente la salud mental y física de la persona.

La vivienda post-Covid debe ser un espacio personal que potencie la salud y nuestro bienestar físico y psíquico en un marco de salud global.

La importancia de una vivienda saludable

Según el “Barómetro de Viviendas Saludables 2017” un estudio realizado por el Grupo VELUX, en el que han colaborado Ecofys, Fraunhofer IBP y Copenhagen Economics:

– Uno de cada seis europeos vive en viviendas insanas, y uno de cada diez sufre de pobreza energética.
– Las personas que viven en edificios insalubres tienen un 66% de posibilidades de presentar problemas de salud.
– Las viviendas insanas representan altos costes financieros para los europeos. 82.000 millones de euros al año en gastos directos e indirectos en las enfermedades provocadas por esta clase de viviendas.
– Los europeos que viven en viviendas con poca luz natural tienen el doble de posibilidades de tener problemas de salud frente a las viviendas con buena iluminación.
– Los europeos que viven en viviendas con problemas de humedades tienen más del doble de posibilidades de tener problemas de salud frente a las viviendas sin problemas de humedades. Hay un 40% más de posibilidades de tener asma en las viviendas húmedas que las que no lo son.
– Los españoles que viven en hogares que sufren la pobreza energética también tienen el doble de posibilidades sufrir problemas de salud.

¿Sabías que la configuración de un hogar puede llegar a influir entre un 5 y un 20% en la salud mental de las personas que lo habitan?

¿Qué es una vivienda saludable?

Una vivienda saludable es aquella que no tiene efectos negativos para la salud de sus habitantes ni para el medio ambiente. Un espacio de vida que nos aporte confort, relajación y que nos ayude a realizar la reconexión y regeneración diaria a nuestro cuerpo y a nuestra mente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como viviendas saludables aquellas que son «espacios residenciales que promueven la salud de sus ocupantes, un refugio que sustente un estado de bienestar físico, mental y social».

Según el informe «Who Housing and Health Guidelines» de la OMS, mejorar las condiciones de habitabilidad de una vivienda puede salvar vidas, prevenir enfermedades, aumentar la calidad de vida, reducir la pobreza, ayudar a mitigar el cambio climático y contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En la construcción de viviendas saludables se tienen en cuenta diversos factores, entre ellos el tipo de materiales usados, la calidad del aire que se respirará en el interior de la casa, el consumo de energía, el bienestar de las personas o el uso de recursos. El objetivo, en todos los casos, es buscar una mejor salud y un mayor confort de las personas.

Desde el punto de vista de la economía y la ecología, las viviendas saludables suponen un ahorro de energía, de agua, de emisiones de CO2 y de reciclaje.

¿Cómo conseguir que mi vivienda sea saludable?

1. Temperatura

El exceso de frío o calor en la vivienda se consideran peligrosos para la salud. La vivienda debe de estar a una temperatura de 21ºC en invierno y 26ºC en verano, para lo que es fundamental contar con un buen aislamiento térmico.

Residencial La Granja León dispondrá de un sistema de fachada ventilada, eliminando los puentes térmicos y los problemas de condensación y humedad.

2. Humedad

Cuando los niveles de humedad relativa en una vivienda son demasiado altos o demasiado bajos, corremos el riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias o asma. Un ambiente con humedad incontrolada también aumenta la presencia de ácaros, y puede conllevar la aparición de plagas de insectos como las cucarachas.

El porcentaje idóneo de humedad debe girar en torno al 40% – 60%. Un ambiente seco (inferior al 40%) producirá sequedad en mucosas y orificios de los ojos, la nariz o la garganta.

3. Ruidos

El ruido del exterior provocado por el tráfico de coches, el tránsito de personas y otros elementos urbanos puede perturbar nuestro descanso y repercutir negativamente en nuestra salud. La contaminación sonora en una vivienda puede afectar a la salud física y mental, con problemas de audición, estrés y alteraciones en el sistema cardiovascular, endocrino y digestivo.

La contaminación por gases de combustión de motores (tráfico) o por luces del mobiliario urbano (farolas, carteles publicitarios luminosos, etc.) también empeora «la salud» de nuestra vivienda.

Un buen aislamiento acústico, una buena ventilación y el uso de persianas o cortinas son claves para controlar la contaminación acústica y lumínica en nuestros hogares.

4. Ventilación

Un aire insano puede provocar problemas respiratorios y dermatológicos. Polen, polvo, ácaros, olores, humo o elementos contaminantes son solo algunas de las sustancias que impregnan el aire interior de cualquier vivienda a diario. El llamado “síndrome del edificio enfermo” surge por una mala ventilación de los espacios, provocando enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación.

La primera regla para asegurar un aire limpio dentro de una vivienda es la renovación de aire. Dado el gran tiempo que se pasa en el interior del hogar, es vital contar con una buena calidad de este aire, mediante sistemas de filtración y purificación capaces de eliminar partículas y posibles contaminantes.

Una persona necesita cada hora de 30 a 60 m3 de aire limpio. Una buena ventilación reduce la humedad ambiental y mejora la calidad del aire al eliminar agentes contaminantes volátiles como monóxido de carbono, pesticidas, etc.

Ventilar la casa a diario, decorar con plantas naturales, y colocar humidificadores o purificadores de aire son acciones sencillas que ayudan a mantener el aire de la vivienda más sano.

En Residencial La Granja León instalaremos un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo con recuperador de calor.

5. Iluminación

La luz influye en nuestros neurotransmisores y es fundamental en nuestro día a día. Un hogar con buena entrada de luz solar ayuda a reducir la tensión ocular y la irritabilidad, además de contribuir a la regulación de los sistemas metabólicos y a generar sensación de bienestar por la radiación directa o indirecta del sol.

Todas las viviendas de Residencial La Granja León disponen de terraza y amplios ventanales.

Muchas veces es inevitable recurrir a fuentes de luz artificial. El consejo general es optar por bombillas de bajo consumo o leds de luz blanca y sin parpadeos.

También es importante controlar el nivel de iluminación en función del uso de las diferentes estancias de la casa. Se recomienda un nivel alto de iluminación en zonas donde realicemos tareas detalladas (leer, estudiar, cocinar, etc.), un nivel medio en zonas de relación o de ocio (por ejemplo en el comedor), un nivel moderado en zonas de almacenamiento o de descanso (por ejemplo en el dormitorio), y un nivel bajo en zonas de circulación (pasillos o escaleras).

6. Climatización

Calentar nuestra vivienda es fundamental para conseguir un estado de confort. Lo ideal es elegir sistemas que se adapten a nuestras necesidades y que sean respetuosos con el medioambiente.

Una vivienda saludable optará por sistemas que funcionen con energías alternativas y limpias como energía solar térmica, biomasa, geotermia, aerotermia…

Residencial La Granja León contará con bombas de calor aerotérmicas y paneles solares fotovoltaicos.

Por otra parte, conseguir una buena climatización se relaciona con un buen aislamiento de la vivienda, y con puertas y ventanas ajustadas que impidan el paso de corrientes de aire. En las viviendas saludables la mejora del aislamiento de las paredes se realizará con materiales naturales y no contaminantes, como la lana mineral que instalaremos en Residencial La Granja León.

7. Eficiencia energética

Los edificios consumen el 60% de los materiales extraídos de la tierra y en su utilización está el origen de la mitad de las emisiones de CO2 vertidas a la atmósfera.

Por ello es importante apostar por viviendas de alta eficiencia energética, que no solo suponen un ahorro monetario para sus propietarios, sino que también aumentan el confort del hogar para contribuir, así, a evitar problemas de salud por mal acondicionamiento habitacional.

Residencial La Granja León será un edificio pasivo y contará con la máxima calificación energética “A”.

8. Limpieza

La limpieza es fundamental en una vivienda saludable. Aún así, es importante que tengamos en cuenta qué productos empleamos, pues algunos de ellos pueden provocar vapores nocivos.

Hay que tener especial cuidado con limpiadores alcalinos (como el amoniaco), limpiadores ácidos (salfumán, ácido nítrico o ácido fosfórico), tensioactivos y desengrasantes o desinfectantes. En su lugar, podemos optar por productos de limpieza biodegradables y ecológicos, que son igualmente eficaces pero sin componentes peligrosos.

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